Lucky no tiene familia. Tampoco amigos. Y le gusta así. Desde su estante polvoriento, el muñeco observa, silencioso, a los niños que pasan por la tienda. Hasta que alguien lo elige y se lleva a casa la tristeza que Lucky carga en cada puntada de su ser. Cuando Liam encuentra a Lucky, no imagina el peso de su nueva compañía. A primera vista, parece un simple muñeco de trapo con botones por ojos y un esmoquin elegante. Pero pronto, las risas se transforman en susurros, las luces en sombras, y la felicidad en vacío. Un libro inquietante sobre la amistad, la soledad y los horrores que se esconden en lo cotidiano