Vivimos enmarcados en un modelo relacional que no es funcional a la extensión del Reino de Dios. Dios siempre tendió puentes invisibles entre las personas. Un actor inteligente del Reino, no puede ignorar esto. Un lector perspicaz de la historia tampoco. Corremos el riesgo de quedar atrapados en viejas concepciones de la misión. Pero Dios, siempre tendió redes.