Transferir células, tejidos u órganos para sustituir una función perdida ha sido un procedimiento perseguido por la medicina desde hace mucho tiempo, que ha permitido que a lo largo de la historia las grandes mentes realicen muy valiosas aportaciones. Sin embargo, el éxito de los trasplantes es relativamente reciente. Hasta 1954 se logró el primer trasplante renal exitoso, el cual se realizó entre gemelos monocigóticos, pero fue cinco años después cuando se lograron los primeros trasplantes entre personas genéticamente diferentes.
Para describir esta historia la dividiremos en diferentes apartados, que abarcan cada uno un periodo en el que se puede identificar un problema particular, que era el más importante para ese momento histórico y que en la siguiente etapa será sustituido por un nuevo problema.
La era moderna de los trasplantes, en que se inició formalmente la aplicación clínica de los trasplantes, nació en París y en Boston después de la Segunda Guerra Mundial. Murray (premio Nobel de Medicina en 1990), cirujano plástico que trabajó en injertos de piel a pacientes quemados durante la Segunda Guerra Mundial, obtuvo una gran experiencia en el rechazo de estos injertos. Finalizada la guerra se integró al Peter Bent Brigham Hospital, de Boston, el mismo donde Hume estaba iniciando su experiencia en trasplante renal. Murray se interesó en los mecanismos de rechazo del riñón y llevó a término un importante número de estos trasplantes en perros, convencido de que el rechazo podía evitarse en casos de gran similitud genética entre el donante y el receptor. El 23 de diciembre de 1954, en el Peter Bent Brigham Hospital, John Merrill, Joseph Murray y Hartwell Harrison dirigieron el trasplante del riñón de un gemelo idéntico sano a su gemelo grave por una enfermedad renal. La operación fue exitosa, la función renal se restauró en el recipiente y no hubo problemas con el donador. Este procedimiento representó el primer trasplante renal exitoso, por lo que generó grandes expectativas.
Este éxito impulsó el trasplante entre gemelos. En Boston se realizaron siete trasplantes de este tipo en poco más de tres años, hasta enero de 1958. Parecía que sólo podían ser tolerados los trasplantes renales entre gemelos univitelinos, mientras que cualquier otro tipo de trasplante estaba condenado al fracaso rápido debido al mecanismo de rechazo. Sin duda, esta etapa constituye un hito en la historia de los trasplantes, dado que demostró la posibilidad de sustituir la función renal mediante el trasplante, pero evidenciando la limitante de la inmunocompatibilidad.