Un asesino serial busca contener su instinto homicida asegurando su participación en diversos talleres creativos. El protagonista descubre que, en Aura, el nombre del taller al que asiste, hay un segundo asesino que anticipa su intención de eliminar a algunos de los escritores noveles que buscan refugio allí. El mismo asesino se convierte en detective y elabora una teoría con la que cree que ha descubierto al verdadero culpable, cuando realmente está siendo conducido a una trampa que lo hará cambiar su forma de percibir el mundo. No hay nadie que pueda considerarse bueno, todos son asesinos de alguna forma, y lo que es peor, quien resuelve el crimen no tiene la menor intención de evitarlo porque su motivación es simplemente la curiosidad. Durante el desarrollo de la trama, el protagonista reflexiona sobre una ciudad en la que el problema ya no es el narcotráfico, sino la forma en que sus ciudadanos aceptan el mal que los rodea porque ya no saben vivir de otra forma. En esta historia nadie está a salvo de su propio espíritu destructivo, todos son predadores y presas simultáneamente, y la ciudad entera está condenada a la devastación porque el universo mismo no tiene otro destino.