La prehistoria de la vitivinicultura iniciada durante la Colonia en la posesión española más austral, evolucionó de una manera cualitativa solo a partir de la segunda mitad del siglo diecinueve. Enriquecidos por las actividades mineras en el norte de Chile, el comercio, las finanzas y negocios especulativos, se gestó una nueva casta de aristócratas criollos cautivados por Francia. De regreso en el país reprodujeron lo visto en Francia, construyeron palacios, adoptaron las modas y costumbres europeas y plantaron reconocidas cepas francesas en sus predios chilenos. Al explorar el origen de las estirpes de estos innovadores de la industria vitivinícola es posible observar sus raíces históricas, sociales, políticas, religiosas y económicas con notables empresarios mineros, industriales y banqueros. En otras palabras, la agricultura en Chile, especialmente la producción vitivinícola, fue una actividad estrechamente vinculada a sectores económicos ajenos a dicha actividad. Lo anterior explica la forma que adquirió la concentración de la tierra por un sector de latifundistas "ausentistas", cuya principal actividad económica y productiva no era la agricultura. Por un largo tiempo las viñas operaron con una infraestructura industrial orientada casi exclusivamente al mercado nacional. Sin embargo, a partir de 1973, después del golpe militar que derrocó a Salvador Allende, se convirtió en una industria dinámica y moderna enfocada exitosamente al mercado internacional.