La novela y la película de ficción pueden concebirse como sistemas independientes entre sí, es decir, como conjuntos autónomos formados por elementos distintivos sujetos a una interacción constante. De esta manera, la novela y el sistema cinematográfico se construyen en parte sobre la base de la red de relaciones entre los personajes y las situaciones que evolucionan en el tiempo y el espacio de la diégesis representada. Estos elementos están tan íntimamente ligados que, como nos enseña la teoría de sistemas, tan pronto como uno de ellos cambia, los otros elementos e incluso todo el sistema cambian. Además,aunque la novela y la película se consideran inicialmente en su totalidad como sistemas globales y autónomos, también comprenden subsistemas: por ejemplo, las interacciones entre dos o más personajes pueden considerarse como subsistemas. Sin embargo, estos subsistemas son permeables a los cambios porque tienen que sufrir, a lo largo de la narración ficticia, transformaciones más o menos numerosas e importantes. En este sentido, el sistema ficticio y el sistema cinematográfico deben ser entendidos como sistemas.