El dia que se anuncio la cuarentena, lo unico en lo que podia pensar era en mama. Si, detras de eso, los recuerdos se acercaban sigilosamente, sombras y cosas oscuras, no olvidadas sino reprimidas, el nudo de miedo en mi vientre que se habia atado hace mucho tiempo, pero mas que eso, mas que nada, pensaba en ella.En los cincuenta y seis aos desde que lleg a Gran Bretaa desde Turqua, ni una sola vez haba pasado un da entero adentro. De hecho, era raro verla pasar ms de unas pocas horas en el interior. Cuando lo haca, se mova inquieta entre las habitaciones, paseando y cambiando de un asiento a otro, siempre acercndose ms a las puertas, al exterior.La mayora de las veces, cuando iba de visita, me la encontraba en el jardn, o sentada en el escaln de la entrada, saludando a los nios y compartiendo bromas con los transentes, para quienes ella haba sido durante mucho tiempo un accesorio. Haba perdido la cuenta de la cantidad de veces que vecinos preocupados me haban dicho que deba 'asegurarme de que tu madre est dentro, fuera del clima' y tambin de las veces en que ella los haba regaado por meter la nariz donde no deban y por hablar conmigo sobre su comportamiento en lugar de con ella, como si no ella estuviera all o en plena posesin de sus facultades.