La identidad también puede lograrse sin ser de ninguna parte. Desamparo de la pertenencia, soledad, transparencia, exclusión, la muerte, la vida escurridiza, se cuelan con un cierto humor negro en cada uno de estos cuentos, reclamando allí la identidad soñada.
Niños, adolescentes, adultos y ancianos son los personajes de estas historias que nos invitan a participar de diversas estrategias propias de "supervivientes testarudos". Relatos que bien podrían ser una novela de la vida, pero sin trama, sin suspenso, como fotos que intentan resumir lo fugaz del tiempo y de los recuerdos. Una vaga sensación de no pertenecer, de estar fuera, de orfandad voluntaria, atraviesan los relatos de Pasajeros en tránsito, como si fueran la historia de muchos que, calladamente, transitan con la curiosidad del peregrino, sabiendo que el existir no es más que el sortear lo que venga, con una porfiada resiliencia que se enorgullece de su libertad, pero que navega en solitario.