La oración en la adoración eucarística se convierte en ocasiones en un tiempo de tedio en lugar de ser un momento de encuentro con aquel a quien se ama. Escuchando a creyentes hablar de su situación y de su experiencia en la adoración eucarística descubro que se enfrentan a este problema y, desde la propia experiencia, ofrezco un camino que abarca la propia historia de la Iglesia y la historia de los orantes para alcanzar el silencio: desde aquellos primeros discípulos que le pedían a Jesús de Nazaret que les enseñase a orar, hasta el Hermanito Universal Beato Carlos de Foucauld que cien años atrás, como señalaba el Beato Papa Pablo VI, fue (y es) una vocación "plenamente acorde con las necesidades del mundo de hoy y parece marcar en la historia de la Iglesia un acto de la Providencia". A Él podemos pedirle que nos de de esa agua que quita la sed, que encienda en nosotros el fuego del amor y descubramos que es el Amor de todo amor.
