La convicción de lo que somos en Cristo, es un escudo protector contra el ataque que el enemigo trame contra los hijos de Dios, nadie que esté plenamente convencido del valor que tiene para Dios dejará que abusen de él en ningún orden en lo emocional, mental, espiritual, tanto los limites como el equilibrio los provén la intimidad con el Espíritu Santo.
La fortaleza y la sabiduría provienen de una fluida conexión con la palabra de Dios.
El dominio propio se pone acción cuando fluimos en esa conexión y su vida espiritual estará fortalecida, su mente tendrá un continuo renuevo, por lo tanto su alma estará gozosa y su cuerpo rebozara de salud divina.
San Juan 10:10
Yo he venido a darles vida y vida en abundancia.